jueves, 15 de marzo de 2012

Visionaje película : Ni Dios, Ni Patrón , NI Marido.

El colectivo vió la película argentina Ni Dios, Ni Patrón,, Ni Marido

http://www.portaloaca.com/videos/documentales-/1678-ni-dios-ni-patron-ni-marido-pelicula.html

Aparte de ello, se socializó el siguiente artículo:

ELOGIO DE LA MUJER BRAVA
 Por: Héctor Abad
 A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido.
 Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas,  traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos  miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder  masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos.
A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura  y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.
 La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y  por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y  mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la  boca.
 Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables,  que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar  nuestros actos y celebrarnos bobadas.
 Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer  buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros.  Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con  una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los  noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles
 (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera  disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo  le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de  líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que  requieren más tiempo y se quedan a medias).
 A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres,  las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos  soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema.
Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan,  contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana.  Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas,  o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos.
Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más
iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja,  pues todos los machistas les tememos. Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al  burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.  Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque  saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios.

Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos
 refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos
desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa  nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre
iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran  hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como  nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos  santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.
Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras
 (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los
 poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero  son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un  consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el  trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.
Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que  dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras
ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que  hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa  herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales,  si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen,  joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más  estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en  abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas  mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.





2 comentarios:

  1. excelente película.....Cinemascope Univalle, se la echaron con esta película, buena esa compañeros.

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  2. Muy buena película y además una actividad enriquecedora en donde hombres y mujeres reflexionamos entorno al papel de lo femenino en las evoluciones políticas.

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