jueves, 23 de mayo de 2013

Mujeres por la paz y la dignidad. Florencia,Caquetá-Colombia


A continuación compartimos el manifiesto de mujeres realizado en el primer encuentro nacional e internacional de mujeres por la paz y la dignidad realizado en  Florencia CaquetáColombia, en una de las zonas del país que más a sufrido las consecuencias del conflicto armado. Es para nosotr@s una gran alegría el avance de este tipo de organización  en aras de construir la tan anhelada paz con justicia social que tanto necesita nuestro país.

Manifiesto I Mujeres por la paz y la dignidad

mujeresPor: Encuentro nacional e internacional de mujeres por la paz y la dignidad
Nosotras, mujeres colombianas, provenientes de todos los rincones de la geografía patria, reunidas en el I Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres por la Dignidad y la Paz, que tuvo lugar en la ciudad de Florencia, departamento del Caquetá, al que concurrimos más de dos mil mujeres, que sin distingos de ninguna naturaleza y desde la diversidad cultural, étnica, etaria, sexual y de género, y en nuestra condición de protectoras, dadoras, actoras y constructoras de paz con justicia social; nos hemos convocado para aunar nuestras voces, nuestros saberes, nuestra indignación, pero sobre todo, nuestra decisión inquebrantable de poner fin a la guerra que nos ha arrebatado a nuestros hijos, nuestras chagras y nuestras tulpas, llenando de lágrimas, de duelo y despojo nuestro corazón y el corazón de la Pacha Mama, que anhelamos libre, soberana y en paz para legarla a los hijos e hijas de las presentes y futuras generaciones.

Reafirmamos

Nuestra exigencia de un basta ya de tantos caídos en combate, de tantos bombardeos, de tantos despojos, de tantos desplazamientos, de tantos prisioneros y prisioneras de guerra, de tantas mujeres con el hogar a cuestas, de tantos hombres que deambulan la pobreza, de tantos niños huérfanos y sin sus escuelas, de tanta riqueza arrebatada, de tanto trabajo expoliado y, en fin, de tanta violencia infame que ha degrado la dignidad humana de la nación entera.

Nosotras, mujeres indígenas, negras, mestizas, gitanas, a veces sin nombre y sin historia, hemos decidido recuperar la fuerza y la sabiduría de nuestra palabra silenciada, para demandar de la sociedad colombiana y de sus instituciones la voluntad política real de poner fin a la guerra, que para nosotras no solo significa el silenciamiento de los fusiles y las operaciones militares en los campos y ciudades, sino la restauración de los derechos a un techo y a un trabajo digno, a poseer y habitar la tierra y el territorio ancestral de nuestras abuelas y nuestras madres; a volver a sembrar el campo de frutos para la vida; a tener una patria en paz, con seguridad humana y con desarrollo sostenible.
Nosotras, que hemos padecido la crueldad de los efectos de la guerra, la discriminación y todas las formas de violencia por la razón de ser mujeres, exigimos el derecho fundamental a vivir en una nación en paz, libre de violencias contra las mujeres. Desde este imperativo consustancial a la instauración de una paz estable y duradera, abogamos por la construcción de un Estado realmente democrático que garantice los derechos humanos y especialmente de las mujeres y de la diversidad sexual, laico, libre de prejuicios y de prepotencias intolerables al ejercicio de la democracia y la equidad.

Nosotras, mujeres colombianas como gestoras de vida y de procesos que le han apostado históricamente a la transformación de la sociedad y de las condiciones de opresión y subordinación de la mujer, mandatamos a quienes se encuentran sentados en los diálogos de La Habana, a que no se levanten de la mesa hasta no llegar a un acuerdo que dé fin al conflicto armado.

Consideramos que debe superar todos los obstáculos para que sea posible dar a luz las posibilidades de un acuerdo de paz, que no solo ponga fin a las confrontaciones armadas, que coadyuve a la construcción una democracia real, que devuelva la dignidad y la soberanía a la Nación, de cuyo tejido nosotras somos más del 52%, en razón de lo cual nuestra palabra y nuestras presencia en la firma del acuerdo final deberá ser insustituible.

Manifestamos

1. Que la consecución de la paz no puede ser pensada sin rostros, voces y cuerpos de mujeres, por tanto este encuentro propone a la sociedad colombiana abrazar la consecución de la paz con justicia social, desde la movilización popular como garantía de participación del pueblo y para el pueblo.

2. Las mujeres arropamos, construimos y forjamos la paz, porque como dadoras de vida somos las mujeres las principales víctimas de la crueldad e inutilidad de la guerra, siendo nuestros hijos e hijas, nuestros padres y madres, nuestros hermanos y hermanas y de manera especial nuestros cuerpos y nuestras vidas que han sido mancillados por los efectos de la guerra.

3. Las mujeres denunciamos la implementación de planes militaristas que profundizan el conflicto afectando a las comunidades campesinas, indígenas, afrodescendientes y población civil, y que tiene un impacto diferenciado sobre el cuerpo de las mujeres, al ser usados para el control territorial y explotados por grupos paramilitares y Fuerzas Militares en fenómenos como la prostitución forzada. La militarización de la vida civil comporta graves retrocesos a nivel de la equidad de género, amenazando la participación democrática de las mujeres y la construcción de su ciudadanía.

4. Rechazamos los efectos de la política militar y contrainsurgente que se evidencia con los asesinatos selectivos, bombardeos indiscriminados, detenciones masivas y arbitrarias, violencia sexual como arma de guerra, desplazamiento forzado, retención de alimentos y medicamentos, fumigaciones permanentes y la estigmatización y criminalización de la organización, movilización y protesta social.

5. Cuestionamos el marco jurídico para la paz, que pese a su finalidad de una paz estable y duradera, desnaturaliza la diferencia que existe entre el delito político en que incurre la insurgencia y el delito común en el que incurren los agentes del Estado, desconociendo las fórmulas que la Constitución de 1991 dispuso como caminos para la paz, amnistías e indultos, de las cuales nosotras proponemos se condicionen al respeto de los derechos de las víctimas, a la verdad, justicia y reparación. Éste tratamiento simétrico unido a la ampliación del fuero penal militar se constituyen en mecanismos de impunidad para los agentes del Estado.

6. Para nosotras, la paz es dignidad y exige discutir y transformar el modelo económico. Por ello, todo lo que atente contra la vida y la dignidad se traduce para nosotras en otra forma de violencia. Es así como el desarrollo de la política neoliberal y la implementación de tratados de libre comercio dan lugar a la feminización de la pobreza, que se traduce en el inequitativo acceso, uso y propiedad de la tierra, la tercerización y precarización del trabajo que conlleva salarios de miseria y hambre, que nos esclaviza y limita nuestra autonomía y libertad, exponiéndonos a ser víctimas del acoso sexual y laboral.

7. La vida material de las mujeres ha estado sometida a los efectos que tienen las políticas expoliadoras y extractivistas a lo largo de la historia colombiana, que en la coyuntura actual se desarrollan a través de la locomotora minero-energética, que trae como consecuencia la destrucción de la economía campesina, la afectación de la salud de las mujeres, niños y niñas, la contaminación del medio ambiente, el hábitat y el agua que afectan directamente el derecho a la alimentación, al mercado interno, la seguridad alimentaria, la permanencia y pervivencia de las comunidades en su territorio.

8. Para nosotras, la democracia colombiana debe ir más allá de la formalidad del sistema electoral, de los cambios de gobierno y de la ley de cuotas. Por ello, exigimos el otorgamiento de plenas garantías para la partición política y el ejerció de la oposición en Colombia. En el marco de este propósito para nosotras es indispensable la construcción de un sistema político que garantice la participación con equidad de género, que nos reconozca, nombre y permita acceder a los espacios de decisión y control político del Estado.

9. Reafirmamos que la construcción de paz implica reconocer la diversidad sexual y de género. Sin libertad sexual, no hay libertad política; por ello, denunciamos los delitos de homofobia y exigimos respeto y reconocimiento de sus derechos, garantías plenas para el libre desarrollo de la personalidad y su participación política y social.

10. Es pertinente reconocer que las mujeres decidimos convocar este primer encuentro en la puerta grande de la Amazonia, en consideración que se trata de una región agobiada por el escalonamiento y profundización del conflicto armado, que ha dado lugar a graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario.
Lo anterior se agudiza con la implementación de los planes de consolidación y recuperación territorial, que ocultan el componente militarista que tienen las acciones “cívico-militares”, que en realidad son acciones asistencialistas que impiden el desarrollo humano, social y económico de la población. Por ello, las mujeres demandamos respeto y trato con dignidad a sus gentes y a su territorio, para erradicar la estigmatización y criminalización de la que han sido víctimas.

Mandatamos

1. La realización de constituyentes de mujeres por la paz que nos permitan entretejer las diversas iniciativas que históricamente las mujeres hemos venido proponiendo y construyendo para la solución política del conflicto social y armado de nuestro país.

2. Las mujeres nos convocamos una vez más, a tomarnos las calles y las plazas de éste país el próximo 13 de septiembre, para volver a vivenciar los miles de caminos que hemos transitado en esta búsqueda por la paz. Para ello, realizaremos una gran jornada de mujeres marchando por la paz que desde la diversidad de nuestros cuerpos, los colores de nuestros pensamientos y la polifonía de nuestras voces, mandatemos a la mesa de los diálogos de La Habana poner fin a la guerra.

3. Un cese bilateral del fuego y las hostilidades que posibilite la disminución de la confrontación armada y sus efectos sobre la población civil, que aclimate un ambiente real de paz y deje sin espacio a los saboteadores del proceso de paz.

4. El desmonte del paramilitarismo en sus diversas y múltiples expresiones como garantía para la democracia, la vida y de forma especial la eliminación de la violencia feminicida.

5. Revisión de las políticas de seguridad ciudadana para que se garantice la vida e integridad personal de las mujeres en lo público y lo privado.

6. La paz con justicia social implica que la sociedad reconozca la labor del cuidado que realizamos las mujeres y que sostienen la estructura económica de la sociedad.

Necesitamos un modelo económico que incorpore en el PIB, a las cuentas y estadísticas nacionales, el valor social y económico del trabajo doméstico y el cuidado de la vida.

7. Una reforma agraria integral que reconozca las relaciones ancestrales con el territorio y a las mujeres como titulares de la tierra que permita las garantías para la producción y la soberanía alimentaria.

8. El otorgamiento de garantías y medidas de protección para las mujeres defensoras de derechos humanos y lideresas campesinas indígenas y afrodescendientes que promueven el respeto de los derechos humanos y en particular los procesos de restitución de tierras.

9. A la comunidad internacional apoyar las iniciativas de las mujeres y sus organizaciones para contribuir al reconocimiento como interlocutoras políticas indispensables en el proceso de diálogo y de construcción de la paz, de conformidad de la resolución 1325/2000 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

10. La inclusión de las mujeres ex combatientes de la insurgencia en los programas de reintegración social y participación política, en igualdad de condiciones a los hombres y con enfoque diferencial.

11. Que el Estado colombiano acoja la decisión del ELN de iniciar diálogos de la paz.

12. El otorgamiento de garantías a los objetores de conciencia para la prestación del servicio militar obligatorio, y como alternativa, se institucionalice un servicio social a las comunidades como un aporte a la construcción de la paz.

13. Hacer del Caguán una experiencia piloto de construcción de paz para el posconflicto.

La paz y la dignidad sin las mujeres no va

Florencia, Caquetá, Colombia, 14 de mayo de 2013


lunes, 20 de mayo de 2013

Los tacones altos y la salud


“Eres más femenina cuando usas tacones”… “se te ve la pierna más larga” … “Se te ve más nalga”… “Eres más lánguida así con tacones”…algunas de las famosas frases que repiten muchas mujeres para someterse a otro más de los patrones de belleza femeninos: el uso de tacones altos, sin tener en cuenta las implicaciones reales para su salud. Pero ¡cuando nos ha importado lo que le pase a las mujeres, solo queremos verlas más atractivas, más sexuales, más asequibles, al final su salud es su propio problema, nadie las obligó!. Si, como no... A continuación compartimos este artículo al respecto:

Tacones muy altos provocan daños a la salud

El uso continuo de tacones muy altos afecta las articulaciones, la columna vertebral y la circulación sanguínea de las piernas.         


“Los daños que producen son alteraciones en las articulaciones de la pierna con el pie (tobillo) y de las del pie mismo (zona del talón, denominado Tarso, con los huesos del medio pie llamado metatarso). También produce dolores en la columna vertebral, sobre todo en la zona lumbar, la más baja, y afecta a las venas de las piernas. Si hay tendencia a las várices, estas van a aumentar”. 


Todo calzado es como una horma que rodea al pie y, dependiendo de su forma y rigidez, afectará a la estructura del mismo. “El tacón alto, especialmente si se comienza a utilizar desde jovencita, va a ir ‘moldeando’ al pie a esa ‘horma’, sobre todo de posición, que le impone el taco alto. Es evidente que al estar en una posición, casi como en punta de pies, resalta los contornos de las piernas . Lo que ocurre es que esa posición mantiene los músculos de la pantorrilla, (comúnmente conocida como ‘galleta’) semicontraídos en forma permanente, llegando a afectar hasta los músculos glúteos y los de la espalda, llamados paravertebrales.  Si los músculos están semicontraídos, como obliga el tacón muy alto, las venas no cumplen bien su función , provocando que la circulación se vuelva lenta y que  se dilaten, y se formen así las várices.         


“Es evidente que cuanto más alto sea el tacón, más dañino será. El tacón de aguja agrega que, siendo su extremo muy delgado, obliga al cuerpo a mantener un equilibrio que afecta a todos los músculos, sobre todo los paravertebrales.  La plataforma es menos dañina que el tacón alto solo, pues tiene menos efectos de los que mencionamos antes, pues el pie no está obligado a estar semiextendido como es en el caso del tacón alto solo”.         

En el caso de aquellas mujeres que, por el contrario, aseguran sentir dolor en los pies cuando calzan zapatos planos, nuestro entrevistado aclara que existen casos en que, debido a la forma del arco del pie, un tacón un poco elevado ayuda. “A las mujeres que están acostumbradas a utilizar siempre tacones altos, lógicamente les producirá molestias repentinamente utilizar zapatos planos, pues el pie ya está conformado o, sin exagerar ‘deformado’ y el cambio de posición les molesta”.






 DR. ABEL PANOTTO, traumatólogo, médico asesor de dirección del centro médico bautista. estudios científicos publicados en revista medica arthritis care & research.  


Artículo: http://www.abc.com.py/nota/52932-tacos-muy-altos-provocan-danos-a-la-salud-femenina/

lunes, 13 de mayo de 2013

jueves, 9 de mayo de 2013

¿Igualdad o equidad? División sexo-género

¿Igualdad y/o Equidad?

1. ¿Cómo se inició la confusión conceptual entre igualdad y equidad? 
En los meses previos a la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer que se celebró en 1995 en Pekín, así como en la conferencia misma, hubo una acalorada discusión en torno a los conceptos de igualdad y equidad1. Finalmente, la posición del Caucus2 de Derechos Humanos en Pekín fue la que prevaleció consiguiendo que en la mayoría de los párrafos de la Plataforma de Acción se mantuviera el término igualdad.
Sin embargo, en América Latina no ocurrió lo mismo, y en muchos casos se apoyó la sustitución del término igualdad por el de equidad. Esto sucedió porque en nuestra región muchas veces la igualdad se ha entendido partiendo del hombre como modelo de lo humano y, por lo tanto, se ha creído que cuando hablamos de igualdad entre hombres y mujeres de lo que estamos hablando es de igualar las mujeres a los hombres. En resumen, de hacerlas más semejantes a los hombres para que puedan gozar de los mismos derechos. Esa idea conlleva a que sean las mujeres las que tienen que probar que no son tan diferentes de los hombres y que merecen ser tratadas como humanas. Por ello, las latinoamericanas que participaron en el proceso preparatorio de la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Pekín, pensaron que, mientras la igualdad exigiría un trato idéntico para todas las personas, la equidad permitiría trato diferente para cada género dependiendo de sus necesidades.
Según este planteamiento, creyeron que si se hablaba de “equidad” en vez de “igualdad” quedaría claro que lo que se pretendía no era una igualdad formal y androcéntrica, sino una igualdad real ya que la experiencia les había demostrado que la igualdad garantizada en las leyes y constituciones, no había dado los frutos esperados. Posteriormente y con el apoyo de la sociedad civil, los gobiernos de la región han ido reemplazando paulatinamente las políticas de igualdad por las de equidad.
No obstante, la sustitución del término igualdad por el de equidad no ha traído los beneficios esperados porque la equidad es a lo sumo una meta social de la cual los gobiernos pueden excusarse aludiendo a toda clase de justificaciones, mientras que la igualdad es un derecho humano y por lo tanto una obligación legal a la que no se pueden sustraer los Estados. Por esa razón, insistimos en recuperar el uso del término igualdad.

2. Tres ideas claras para un uso coherente de los principios de igualdad y equidad:


a. El derecho a la igualdad implica el derecho a la no discriminación.
Si bien es cierto que hay mucha confusión en cuanto a lo que significa la igualdad, el significado que plantea la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW) y todos los otros instrumentos legales internacionales de derechos humanos, es que el derecho humano a la igualdad siempre va aparejado al de no discriminación.
Esto es así porque todos los instrumentos de derechos humanos garantizan la igualdad y prohíben la discriminación basada en el sexo entre otras razones. Es decir, que podemos medir o evaluar objetivamente cuándo hay igualdad porque según la teoría de los derechos humanos sólo habrá igualdad si no hay discriminación, ni directa ni indirecta, contra ninguna mujer. Es por ello que la CEDAW, señala que hay que eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres para lograr la igualdad. Con la equidad no sucede lo mismo porque la equidad no está aparejada a la no discriminación de manera que según cada quienentienda lo que es justo para las mujeres, así será la equidad que se les brinde.

Por ejemplo, todas y todos estamos de acuerdo en que no está bien que sólo las mujeres hagan el trabajo doméstico no remunerado. Sin embargo, si lo vemos como un problema de equidad, bastaría con proponer que se les pagara un salario para solucionar esta injusticia. El problema es que esta acción que sería “equitativa” no toma en cuenta que el hecho de que las mujeres sean las encargadas de hacer todo el trabajodoméstico produce discriminación no sólo porque no se les remunera a las mujeres por hacerlo, sino porque el hacerlo tiene el efecto de que tengan menos tiempo libre para hacer otras cosas, estén en una relación de subordinación con sus parejas que no hacen el trabajo doméstico y por más salario que recibieran por hacer el trabajo doméstico, éste no tiene posibilidades de ascenso u otras compensaciones que tienen otros trabajos. Mientras que si tomamos el camino de lograr la igualdad, sabremos que lo que hay que hacer es que hombres y mujeres se repartan el trabajo doméstico corresponsablemente, de tal manera que ninguno de los dos quede con una carga mayor de trabajo porque eso produce discriminación. Vemos así que el camino de la equidad no exige eliminar otros aspectos que redundan en discriminación, mientras que el camino de la igualdad exige que se eliminen todos los aspectos relacionados con el tema que puedan producir discriminación.

b. La igualdad trae consigo obligaciones legales para los Estados
Algunas personas defienden la sustitución del concepto de igualdad por el de equidad afirmando que en realidad no es una sustitución, sino que la equidad de género se refiere a los mecanismos por medio de los cuales se logrará la igualdad entre mujeres y hombres. Sin embargo, el Comité de la CEDAW no ha aceptado esta explicación ya que no basta con declarar la igualdad entre mujeres y hombres en la constitución política o en las leyes de cada Estado (lo que se conoce como igualdad formal). El derecho a la igualdad entre hombres y mujeres requiere que cada Estado implemente acciones específicas y concretas para eliminar la discriminación real y comprobada contra las mujeres para que puedan disfrutar de su derecho humano a la igualdad (lo que se conoce como igualdad sustantiva o real). Es decir que los Estados están legalmente obligados a promover las políticas y acciones que sean necesarias para eliminar todas las formas de discriminación que se encuentren en la legislación, en las costumbres o en los comportamientos de las personas, de modo que las mujeres puedan gozar de todos los derechos humanos sin distinción.
En varias ocasiones el Comité le ha recordado a los Estados parte que su obligación legal es garantizar laigualdad entre mujeres y hombres y no implementar planes y políticas de equidad de género, ya que pueden llevar más bien a una profundización de la desigualdad entre los sexos porque la equidad no exige eliminar las desigualdades y discriminaciones que existen contra las mujeres.
En otras palabras, como los derechos humanos producen una obligación legal para los Estados, éstos no pueden dejar de cumplir con la obligación de lograr la igualdad entre hombres y mujeres. Con la equidad no sucede lo mismo porque la equidad no es un concepto que viene de los derechos humanos, y por lo tanto los Estados no están legalmente obligados a lograr la “equidad de género”.

c. La igualdad implica trato idéntico o diferenciado entre hombres y mujeres

La igualdad, según la teoría de los derechos humanos, exige tratamiento no discriminatorio, es decir, exige un tratamiento que redunde en el goce pleno de los derechos humanos por ambos géneros, de todas las edades, origen étnico, nacionalidad, etc. Para poder cumplir con ello, el principio de igualdad requiere que a veces se les de un tratamiento idéntico a hombres y mujeres, y a veces un tratamiento distinto.
La igualdad formal generalmente exige tratamiento idéntico y en muchas circunstancias esto es lo que necesitamos las mujeres. Por ejemplo, requerimos idénticas oportunidades que las que tienen los hombres para el ejercicio de nuestro derecho a la libertad de expresión, a la representación política, al acceso a bienes y servicios. Pero la igualdad también incluye el tratamiento diferenciado entre hombres y mujeres cuando es necesario, ya sea por diferencias biológicas mutuas o por la histórica desigualdad de poder entre los géneros. Para ello, se basa en que uno de los principios fundamentales del derecho constitucional y de la teoría de los derechos humanos es que es discriminatorio tratar a diferentes como si fueran idénticos y por ende, el principio de igualdad exige que el derecho y las políticas públicas no traten a hombres y mujeres como si fueran idénticos. 

Por ejemplo, la igualdad entre hombres y mujeres que garantizan nuestras constituciones políticas permiten trato diferenciado entre mujeres y hombres con respecto a las licencias pre natales, porque es en el cuerpo de las mujeres y no de los hombres, donde se reproducen los seres humanos. 
Pero aunque las licencias pre natales no violan el principio de igualdad, el que existan no es garantía del derecho a la igualdad si el Estado no ha implementado otras acciones para eliminar cualquier discriminación que pueda surgir debido a esas licencias. Así, mientras que con el concepto de equidad nos bastaría con la implementación de las licencias porque eso es lo justo, con el concepto de igualdad se requeriría, además de las licencias, otras medidas que garantizaran la no discriminación de las mujeres que utilizan esas licencias. 
En síntesis, la igualdad entre mujeres y hombres puede ser definida como “trato idéntico o diferenciado entre hombres y mujeres que resulta en una total ausencia de cualquier forma de discriminación contra las mujeres por ser mujeres, en lo que respecta al goce y ejercicio de todos sus derechos humanos”. 

A su vez, la equidad de género puede ser definida como “el trato imparcial de mujeres y hombres, según sus necesidades respectivas, ya sea con un trato idéntico o con uno diferenciado”. 
Como se deduce de estas definiciones, tanto la igualdad entre hombres y mujeres como la equidad de género permiten trato idéntico o trato diferenciado según las necesidades respectivas. La distinción es que mientrasque el concepto de igualdad exige que el trato, ya sea idéntico o diferenciado, resulte en que las mujeres no sufran ninguna forma de discriminación, el de equidad no hace referencia a eliminar la discriminación que sabemos sufren todas las mujeres en todo el mundo.
Finalmente, sin la garantía de igualdad, de nada servirían los derechos humanos porque habría miles de justificantes para limitarlos en razón del sexo, la etnia, edad, habilidad, orientación sexual, etc. Si sabemos que la igualdad está garantizada y protegida en todos los instrumentos legales internacionales, una buena estrategia sería la de reconceptualizar la igualdad de conformidad con la CEDAW y seguir construyendo una doctrina jurídica al respecto que resulte en una igualdad real entre mujeres y hombres.

Autor/a: AméricaLatinaGenera - Por Alda Facio
http://www.americalatinagenera.org/es/documentos/centro_gobierno/FACT-SHEET-1-DQEH2707.pdf