lunes, 31 de marzo de 2014

La sexualidad es política- Effy y su último desnudo.


"El sexo es una política, donde hay política hay cultura, y cada cultura tiene su arte"  (Matías Máximo)
A continuación compartimos el documento: Effy y su último desnudo escrito por Matías Máximo en la revista virtual Anfibia.com, esperamos les deje tantas reflexiones como a nosotr@s. Viva Effy!

Una de las artistas performáticas más interesantes de su generación, Elizabeth Mía Chorubczyck, activista queer de 25 años, se suicidó hace dos días: repitió, en una especie de última intervención, lo que había hecho como acto artístico un año antes. Hace más de un año, el periodista Matías Máximo la entrevistó para una crónica que fotografió Nora Lezano. Ahora, la despide en este homenaje anfibio. 

Por: Matías Máximo - Fotos: Nora Lezano



El día que le dieron su DNI con el nombre de Elizabeth fuimos a festejarlo. Cuando nos sentamos lo sacó y lo puso sobre la mesa: quería que todos lo vieran. Estaba contenta, legalmente identificada. Ahora, cuando fuera al médico o a votar, tendrían la obligación llamarla Elizabeth Mía Chorubczyck. Entre los amigos, ella seguía prefiriendo que le dijeran Effy. Esa noche después de algún trago (recuerdo un Lady Madonna a base de gin) pensamos escribir un libro (“Mi nombre es Elizabeth”): narraríamos el recorrido desde que le pedí permiso para trabajar su obra en una tesis hasta que le dieron el documento. Mi plan de posgrado, incompleto, se llama “Arte y performance queer” y tiene varias carpetas dedicadas a ella.

Algunas veces nos reuníamos en cafés, otras pactábamos encontrarnos un rato antes de las
performances para hablar y tener detalles de cómo había sido la producción. Aunque nacimos casi el mismo año, ella tenía una sabiduría que para mi ruta en el devenir del género hacía de cada charla una clase magistral. Se tomaba su obra con la seriedad de un especialista y la soltura de los que tienen claro qué es lo que quieren transmitir. Aunque, se le veía en los ojos, a veces temblara por dentro, por fuera no titubeaba: el mensaje era una misión que no dejaba espacio al pánico de escena.

Muchos hacen de sus angustias una piedra que se les atora en la garganta. Se quedan estáticos, esperando que “suceda algo”. Effy no: su obra es el acontecer de los dramas cotidianos. Por no querer estar dentro de la heteronorma, por ser una transexual, bisexual, casta, judía, atea y extranjera. Desde sus primeras performances la carne fue el elemento y el mundo su puesta. Imaginemos el acto de Shakespeare “All the World´s a Stage” como lema: “Todo el mundo es el escenario/ y hombres y mujeres meros actores”.
Hace cinco años, para ir al trabajo, Effy se vestía como varón. Sufría porque no tenía ganas de ponerse la ropa que la cultura le asigna a los genitales. Empezó un tratamiento de
estrógenos. Seguía en ese puesto administrativo con un jefe homofóbico y a escondidas se ponía vendas en los pechos tímidos que de a poco iban apareciendo.

“¿Qué hacer con tanta angustia?”, se preguntó.
Escribirla:
“Yo no soy un fiambre, no soy más particular de quien me lea, ni creo serlo, ni pretendo serlo. Pero sí tengo pretensiones, y también creo cosas. Esto es parte de las cosas que
pienso”, dice en el primer capítulo de “Effymine, la serie”. Una primera persona hormonada que de a poco se transforma en una tercera críptica, donde los seres abandonan sus nombres para ser iniciales de sentimientos enredados.



Desde que Effy empezó a estudiar en el IUNA, donde sus compañeros la vieron dejar sus remeras sueltas y reafirmarse en vestidos, encontró un espacio que le daba crédito a lo que
hacía, aunque no tenía plan de recibir un título. “Curso las materias que me gustan y estoy anotada en artes plásticas, pero con los problemas de mi identificación incluso voy a clases donde no estoy anotada”, me dijo una tarde por Congreso. Tenía la voz dulce y hacía
chistes, contestaba a todo y repreguntaba: lo que querías saber de ella, quería saberlo de vos.

Cuando por fin dejó el trabajo que la taladraba vino una reafirmación por la que ya no bajaría la cabeza ni habría lugar para vendas. Aulló al mundo y lo enchastró de sangre con Nunca serás mujer: “Una vez una persona me dijo: aunque vos te sientas mujer, te crezcan las tetas, tomes hormonas, te operes los genitales, nunca serás mujer porque no menstruás ni sabés lo que eso significa”. ¿Ah no? ¡Sangre! Trece veces sangre.
En una sala del IUNA un médico le hizo la extracción frente a los profesores y los compañeros de curso, justo cuando se cumplía un año desde el inicio de su tratamiento hormonal. Medio litro de sangre corrió por la sonda: lo que menstrúa un útero cada año.
-Reparto la sangre en 13 dosis representando las menstruaciones desde abril del 2010 a abril del 2011, y hago con cada una de ellas acciones relacionadas con lo que viví cada mes en la construcción de mi identidad de género.


Con su menstruación Effy salió a la calle y colgó tampones, bebió la sangre frente a un
calvario, se hizo mascarillas y borró el nombre que tenía su dni. Se enchastró la cabeza e hizo un cuadro sangriento. En OSDE sangró una vidriera:

“Mi endocrinólogo me agrega un inhibidor de testosterona. Cuando voy a comprarlo la farmacia me informa que la obra social no lo cubre y me es difícil sobrellevar el importe. Consulto con alguien de mi cobertura (OSDE) y me da una planilla diciéndome que con completarla recibo el medicamento gratis. La planilla era para enfermos de cáncer de próstata “, escribió en su guía de trabajo.
A ella no le importó que en el camino a su cuerpo tuviera que hacerse pasar por enferma de
cáncer de próstata. A esta altura lo que dijeran los papeles era relativo, como sus múltiples
identidades en los documentos y pasaportes de Argentina e Israel.

“¿Qué es la identidad para mí? Algo que muta. En ‘Lesbians in Bed´comparto mi cama con mi pareja de aquel momento e intercambiamos la genitalidad. Ella tenía mi pene y yo su vagina, un intercambio muy simbólico en el lenguaje heteronormativo, sin embargo mediante el título, un pene flácido y un consolador nos proclamábamos lesbianas en la fotografía”, me explicó una tarde Effy, antes de ir a sacarse fotos con Nora Lezano. Para esa producción no tenía tacos (no usaba) y puso en Facebook si alguien tenía un par talle 41 para prestarle. Susy Shock tuvo la gentileza, y Effy apareció en la casa de la fotógrafa con los tacos y un pionono. Al rato, quedó desnuda. Con una manzana.
Después de achicar el departamento donde vivía e invitar a mucha gente a ocuparlo para denunciar su asfixia, hizo el Proyecto Visible, en el que pedía a los participantes que se pusieran un vestido muy importante para ella (uno que dividió a su familia en una fiesta de fin de año entre los que la aceptaban y los que no), y les sacó fotos para hacerlos visibles a través de ella.

Recuerdo la vez que Effy organizó un evento con objetos que a uno lo habían acompañado toda la vida. Yo tenía algo perfecto para sacarme de encima: el cuaderno Sarmiento en el que mi mamá escribió los primeros años de mi vida. Una cápsula de penas que ni siquiera tengo dentro de un cajón, sino bajo el ropero: para no encontrarlo de casualidad y porque todavía no me animo a tirarlo.

Mi mamá ya no está y ese cuaderno me resulta muy triste. Siempre dispuesta cuando el mundo necesitaba ser liviano, Effy me dijo: “Voy a volverlo un collage y no va a ser más una carga”.
El cuaderno sigue abajo del armario.
Pongo su nombre en mi buscador y salen muchas cosas. Una entrevista que había olvidado:

¿La sexualidad es política?
-Mi sexualidad seguramente está muy relacionada a mi compromiso activista, pero como una herramienta, no como una bandera ni como una finalidad. En éste último tiempo mis luchas han estado relacionadas principalmente a la despenalización del aborto y a la genuina igualdad de género entendiendo que los hombres son igual de víctimas que las mujeres del machismo. Yo no puedo quedar embarazada, ni tampoco soy hombre como para que mi causa principal sea el reconocimiento del mismo como víctima del machismo. Sin embargo mi lucha y mi compromiso social tiene que ver con algo que va más allá de mi cuerpo y de mi sexualidad. Si puedo mediante mi cuerpo hacer un puente para que mi punto de vista sea comprendido o al menos problematizado, obviamente que pongo el cuerpo.

¿Crees que hay teorías, como la queer, que demandan poner el cuerpo?
-No. Creo que las teorías queer demandan poner la mente. Conozco personas heterosexuales con una vida clasificada como heteronormativa que son muchísimo más queer que lesbianas, gays, travestis y transexuales que tienen prácticas corporales clasificables como queer. Pero sus discursos y formas de codificar el mundo son totalmente cerrados y normativo-naturalizados. Lo importante es no confundir la forma del contenido. Una obra de teatro sobre una pareja compuesta por dos varones homosexuales no es necesariamente queer en su contenido, mientras que una obra sobre una pareja compuesta por un hombre y una mujer heteronormativos puede serlo. Lo importante es sobre qué se busca reflexionar o qué cuestiones naturalizadas se quieren sacudir o señalar como no-naturales.
Effy y su reclamo: no nos volvamos homo, ni trans, ni lesbonormativos.
A pesar de lo duro que pueda ser, seamos capaces de pensar y sentir.

A mediados de 2012, organizó en casa Brandon “Effy ofrece sexo oral”. Ella, en un rincón, sometida a recibir de a uno a quien quisiera la experiencia. Antes de entrar el participante elegía la duración del servicio y una vez dentro Effy le ponía unos auriculares que estaban conectados a un Mp3. Le abría las piernas, se arrodillaba y pedía le sujetaran el pelo.
Después apretaba play y se ponía el reproductor en la boca, mientras te masajeaba las piernas.
Me acuerdo lo incómoda que era la situación, porque con la voz de Effy en los auriculares salían relatos de mujeres violadas, golpeadas y acuchilladas por sus parejas.
Lo porno era un arma. Un mensaje a la masturbación mental: cuando el placer no es compartido se vuelve tortura.
A Effy el documento le costó incluso después de la ley de Identidad, porque como nació en Israel (donde aceptaron cambiarle el nombre pero no el género), frente a las autoridades locales los trámites se trababan por la mezcla de datos. También le costó la intervención de reasignación genital: como todavía no fue reglamentada, la obra social no quiso reconocerla.
Desde que empezó a hormonizarse pensaba en la operación de reasignación, aunque no le importaba tener más o menos pechos, solo era una desintonía con lo genital. En ese momento se corrió por unos días de las redes sociales y volvió solo cuando pudo contar que todo había salido bien. Aunque después tuvo que volver a ser internada varias veces por constantes infecciones urinarias.
En la marcha del orgullo de 2013, todavía tenía puesta la sonda vesical: la llevaba encintada en una pierna. Los brazos en alto y el cartel que decía “No existen dos géneros, existe uno: ¡el que elige cada cual!”. Otra de las pancartas exigía el aborto libre, seguro y gratuito, una lucha que Effy repetía en sus discursos.


Durante un encuentro de performers en 2012 leyó un largo listado de cosas que había hecho: “Obligué a docentes y compañeros a desnudar su torso para entrar en mi vagina hostil usurpada por mandatos machistas. Achiqué el departamento donde vivía e invité a mucha gente a ocuparlo para denunciar mi asfixia. Me suicidé en la facultad y rendí un examen drogada con la sobredosis de Clonazepan, organizando un funeral con morgue psiquiátrica incluida”.

Cuando nos enteramos que Effy se había suicidado, su hermano del alma Lucas Gutiérrez me dijo que tenía que ir a ver el cajón aunque estuviese cerrado: “Tengo que comprobar que no es una de sus performances” me dijo llorando.
El cuerpo de Effy se fue y nos deja muchas preguntas, ya que ese era un vehículo principal en su arte. Desde que tenía DNI buscaba trabajo y se quejaba de que no lo podía encontrar. Se quejaba también de que a pesar de tener nombre de mujer y sexo de mujer la sociedad seguía con estigmas, algunos que ya estaban y otros nuevos, reservados a las “mujeres”. Ya se extraña su inconformismo y sus reflexiones.
Hablamos de respeto a los deseos del otro, pero cuesta no ser egoísta.
Effy: me cuesta compartir tu último deseo, morir tan joven.

En esta generación donde ya no somos criminales de la ley por nuestras sexualidades, donde corremos con ventaja por los derechos ganados a taco y sangre de nuestrxs mayores, todavía necesitamos de muchas Effys para ponerle el pecho a lo “normal”.  

ARTICULO EN: http://www.revistaanfibia.com/cronica/el-ultimo-desnudo-de-effy (28 marzo 2014).
-----------
Entrevista: FLUIDOS TRANS, ARTE Y PERFOMANCE QUEER. (02 octubre 2012)
http://www.revistaanfibia.com/cronica/fluidos-trans-arte-y-performance-queer

lunes, 3 de marzo de 2014

El tan macho y ella tan feliz--Shakira y Piqué

Compartimos estos dos artículos los cuáles nos parecen muy pertinentes, actuales y de álgida discusión, puesto los personajes, en el caso de Shakira se presentan por los medios de comunicación como un ideal femenino y artístico de nuestro país Colombia, los dos son la representación de la "familia feliz", situación que conlleva a que hoy sean modelos a seguir por nuestr@s jóvenes. Esto es un ejemplo de lo que denominados la subjetivización del conservadurismo y la doble moral.
 De antemano ofrecemos disculpas por dejar un poco nuestro blog, ya llegamos con todas las pilas puestas! Mil gracias a tod@s por su apoyo, afecto y comprensión.

EL TAN MACHO Y ELLA TAN FELIZ

Por:  02 de marzo de 2014
SHAKIRA-PIQUE
Lo ha dicho Shakira de Gerard Piqué, “es tradicional y celoso. Le gusta tenerlo todo bajo control”. “Gerard no me deja hacer videos con hombres, es una persona muy conservadora”… Todo un retrato del macho controlador y la mujer feliz en su sumisión, muy propia de una cultura que dice que los “hombres de verdad” deben ser así, y que las “mujeres de bandera” deben ser controladas ante la amenaza de otros hombres de verdad merodeando por las aceras, pues en definitiva, puede pensar Piqué y tantos otros como él, es lo que le ocurrió a la anterior pareja de Shakira, el argentino Antonio de la Rúa, tras la aparición del jugador del Barcelona CF y de la Selección Española.
En el artículo de Noelia Ramírez (“Shakira y el síndrome de la famosa sumisa”http://smoda.elpais.com/articulos/shakira-y-el-sindrome-de-la-famosa-sumisa/4535) recoge otros casos de famosas con una actitud similar de entrega y sometimiento a los dictados de sus hombres, como el de Miranda Kerr y de Candace Cameron. Todo ello no es casualidad, sino el resultado de una cultura androcéntrica que define las identidades de los hombres sobre la idea de protección y posesión de las mujeres, y la de las mujeres sobre las referencias de cuidado y sumisión a los hombres, por lo que la reproducción de estos valores es entendida como la manifestación máxima del amor que debe caracterizar la relación.
Las declaraciones de Shakira coinciden con un enorgullecimiento de los valores vintage y de lo conservador como escondite. Las posiciones tradicionales de la sociedad (partidos, religiones, instituciones…) han mandado el mensaje de que los problemas que tenemos en nuestra sociedad a todos los niveles (individual, familiar, social…) son consecuencia de la deriva sin rumbo de una izquierda hedonista y caprichosa que tiene un interés  especial en acabar con las referencias tradicionales. De este modo,las propuestas para alcanzar la igualdad y erradicar la desigualdad se ven como un ataque, no como una alternativa, de ahí la beligerancia con la que se responde ante ellas.
El problema, además de la injusticia que supone una relación en la que una de las personas actúa como referencia para imponer sus ideas y decisiones sobre la otra, es que aunque se asuma este juego de roles impuesto por la cultura, no siempre se está de acuerdo ni se perciben del mismo modo determinadas situaciones que se presentan en el día a día. ¿Qué ocurre cuando el protector-dominador entiende que su sumisa mujer no corrige lo suficiente aquello que él considera inaceptable?, ¿qué sucede cuando la sometida mujer decide que la nueva exigencia es inasumible?...
No es difícil de imaginar, la misma cultura de la desigualdad cuenta con mecanismos para obligar e imponer en esas circunstancias en que la duda genera conflictos, y uno de los instrumentos más accesibles, eficaces e inmediatos es  la violencia… Es lo que dicen muchas mujeres maltratadas: “mi marido me pega lo normal, pero hoy se ha pasado”, es decir, no cuestionan el uso de la violencia, sólo la intensidad utilizada. Por ello prácticamente el 80% de las mujeres que sufren violencia de género no denuncian, incluso cuando la situación es tan grave que terminan siendo asesinadas.
Y si todo ello ocurre en mujeres famosas, independientes, con recursos de todo tipo para afrontar una situación de esas características, imagínense lo que están pasando cientos de miles de mujeres sin esas posibilidades, que del  mismo modo entienden que entre las obligaciones de sus parejas está el controlarlas y el imponerle límites de toda clase. Y piensen cuáles son las circunstancias de las mujeres más jóvenes cuando aún no han agotado las oportunidades que dan al amor romántico y a su príncipe azul-policía.
Bien, pues a pesar de todas estas circunstancias y de una normalidad cómplice con la violencia de género, todavía hay muchos jueces que en los casos de violencia de género no entienden lo de la “desigualdad estructural”, de manera que si la mujer tiene más ingresos que el hombre concluyen que no hay desigualdad. Y del mismo modo, dan más credibilidad a las palabras de las mujeres cuando retiran la denuncia (sin tener en cuenta todas las presiones que hayan podido recibir y sus propias dudas), que cuando la ponen (sin considerar todas las dificultades y miedos a la hora de hacerlo).
Y aún sorprende más cómo todavía hay tantos hombres que defiendan esa identidad con olor a “Varón Dandy”, y se sientan más hombres por desconfiar y dudar de las mujeres con quienes comparten una relación. Todo ello lo que en verdad demuestra es que a quienes protegen es a ellos mismos y la imagen que supondría que “su mujer los dejara”, máxime si es por otro hombre, y que el único amor que sienten es el “amor propio”.
¿Ustedes creen que este planteamiento tradicional es querer a las mujeres?, ¿y creen que defender esa masculinidad significa querer a los hombres…? Yo, sinceramente, creo que no.
ARTICULO EN: http://blogs.elpais.com/autopsia/2014/03/%C3%A9l-tan-macho-y-ella-tan-feliz.html 

Shakira y el síndrome de la famosa sumisa

La cantante presume de que Piqué es "territorial y celoso" y de que no le deja grabar videos con hombres. No es la única que aboga por doblegarse ante sus parejas.

dentro Shakira
"Piqué no me deja hacer videos con hombres", otra de las declaraciones recientes de la cantante.
Foto: RCA Records
Hubo un tiempo en el que Shakira confesaba en sus canciones no saber de fútbol, haber sido infiel y no bañarse los domingos. Eran sus días de morena, cuando la etiquetaban como la Alanis Morissette latinoamericana y mentaba a Marx o Sartre en sus letras. Luego llegó el tinte rubio, el asalto al mercado anglosajón y el Waka Waka. La colombiana pasó de estrella hispana a conquistar las listas de éxitos mundiales a golpe de cadera y explotando la sexualidad de su mestizaje. Una transformación musical y de imagen que ha derivado en erigirse en 'la mujer de Piqué' y vanagloriarse de ello cada vez que tiene un micrófono cerca. Ahora que vuelve a la palestra mediática por su nuevo trabajo –Shakira, a la venta el 25 de marzo–, la colombiana no se corta en remarcar su papel de mujer sumisa y obediente cada vez que le preguntan por su relación.
"Piqué es territorial y celoso. Le gusta tenerlo todo bajo control contó a una emisora de radio estadounidense a mediados de mes. El miércoles declaró al Informativo Noticias Caracol: "Gerard no me deja hacer vídeos con hombres, es una persona muy conservadora. Te impresionaría porque es muy joven y ya sabemos cómo son las nuevas generaciones, pero la verdad es que sí, es muy conservador".
Dentro beso Shakira Pique
La pareja, en la gala del Balón de Oro de 2011.
Foto: Cordon Press
Shakira hacía referencia a su último videoclip, Can't remember to forget you, donde fuma puros y comparte cama junto a Rihanna. Otro ejemplo de contenido pseudoerótico en el pop en la línea de la provocación que vende Cyrus y que tanto han criticado Lily Allen o Katy Perry. Para Shakira, quien decide hasta dónde se puede llegar en su trabajo es su chico.
¿Cómo llega una mujer independiente, que conoce el éxito desde la adolescencia, a realizar este tipo de declaraciones? Si echamos un vistazo a la hemeroteca, a la cantante le ha costado definir su papel como mujer, sin dejar nunca claro si es conservadora o liberal. Corría 2006 cuando afirmó no sentirse partícipe en la lucha por la igualdad, sumándose a esa interminable lista de famosas que confunde la acepción del feminismo. "No me siento feminista, no quiero lucir ese cartel. Siento mucho mi lado femenino, pero creo que de algún modo me he acercado más al lado masculino de la vida, especialmente en mis relaciones". Tres años después, cambió ligeramente de opinión. En una entrevistaRolling Stone dijo que publicaba el álbum She Wolf/Loba para responder "a esa dificultad que tienen las mujeres de satisfacerse a si mismas en un mundo en el que los hombres están al cargo. Vivimos en una sociedad que reprime los sueños del subconsciente de las mujeres... Ya sabes, las mujeres tienen que hacer enormes esfuerzos en la vida, mucho mayores que los hombres".
El "síndrome Shakira" ejemplifica a la perfección cómo, en pleno 2014, todavía hay mujeres de éxito incuestionable que apuestan por la sumisión e infravalorarse en sus relaciones personales. Son mujeres capaces de vender millones de discos y acumular premios, mujeres que abanderan ONGs y que viajan a países en desarrollo en adalid de la igualdad social pero que después, a nivel personal, ensalzan la necesidad de control de sus parejas. Que le marquen los límites de qué hacer y no hacer. Hasta presumen de ello. Porque Shakira no es la única.
Miranda Kerr Orlando Bloom
Miranda Kerr y Orlando Bloom, en la fiesta post Oscar de 'Vanity Fair' en 2013.
Foto: Cordon Press
Antes de romper su relación a finales de año, Miranda Kerr pasó por España y entonó un"hay que dejar que el hombre sea el hombre" al ser preguntada por Orlando Bloom. Como si los roles de género de pareja estuvieran sujetos a unas reglas, la australiana que escaló en 2013 al segundo puesto de la mejor modelo pagada del mundo (se agenció 5 millones de euros en 2013) ha llegado a decir que "quizá soy demasiado tradicional, pero los hombres sienten que es importante que les pidas ayuda, en lugar de que piensen de que puedes hacer las cosas por ti misma". El empoderamiento femenino, para Kerr, pasa por hacerse la ingenua.
Durante toda su campaña para liderar el partido republicano, a la ultraconservadora y evangélica Michelle Bachman le pasó factura aquella frase que entonó en 2006 cuando dijo "Mujeres, tenéis que ser sumisas de vuestros maridos". El año pasado, el título Cásate y sé sumisa llegó a convertirse en best seller gracias a frases como "debemos dar un paso atrás en la vida personal", "¿tengo que darle la razón aunque no la tenga? Yo diría que sí" y que "en caso de duda, sin embargo, obedece. Sométete con confianza".
El libro editado por el arzobispado de Granada no es el primero en defender cómo doblegarte ante tu pareja. Candace Cameron, hermana de Kirk Cameron y a la que recordarán por ser la hermana mayor de Padres Forzosos, acaba de publicar Balancing It All: My Story of Juggling Priorities and Purpose (un título juega con el Have it all que tanto se repite en EE UU) y en el que defiende la sumisión tras 17 años de matrimonio con un jugador de la NHL y sus tres hijos. "Escogí un rol sumiso en nuestra relación porque quería hacer todo lo posible para que mi matrimonio y mi familia funcionase", explica en sus páginas.
Candace Cameron lleva años siguiendo "las enseñanzas de la Biblia", al igual que su hermano (el homófobo) Kirk Cameron. Lo suyo, por tanto, no sorprende. Pero de mujeres supuestamente liberadas como Shakira o Kerr, sí. Ambas se han molestado en denunciar las injusticias sociales (Shakira lidera la Fundación Pies Descalzos y Kerr apoya activamente a la Cruz roja y a Children International) y convertirse así en roles de conducta a través de su fama. En un país en el que desde la televisión pública se dice "o se denuncia un maltrato, o se calla una para toda la vida", vender el rol de sumisa y abnegada no es solo una excentricidad más de la fama. Hay consecuencias.
candace ok
Candace Cameron y su libro en favor de la sumisión y seguir la Biblia

 EN: http://smoda.elpais.com/articulos/shakira-y-el-sindrome-de-la-famosa-sumisa/453