El" honorable" senador no puede admitir el sexo entre dos hombres porque es sucio, sin embargo, dos mujeres en un acto homosexual no implican un acto aberrante; no estoy desvirtuando con esto las diversas formas de compartir la sexualidad, es solo que no creo que sea un comentario fundamentado en la construcción de su masculinidad desde la moral conservadora, es más bien el miedo al rechazo de sus compañeros hombres y la puesta en duda de su masculinidad. Miedo al rechazo porque es una fantasía institucionalizada en la definición de una masculinidad tradicional conservadora, y la puesta en duda de su masculinidad porque no se puede dejar de lado la mujer como objeto sexual oficializado desde su creación como "acompañante de de Adán" e institucionalizado desde el matrimonio como forma de conservar la prole fundamentada en un mundo androcentrico, patriarcal, centrado en el accionar del varón dominante, y en la dominación de las insatisfechas mujeres que a nivel histórico utilizaron el Falo, no para sentir una satisfacción sexual, sino para construir desde los micro-espacios una sociedad más abierta e igualitaria como la que podemos gozar las presentes generaciones.
Aberrante es que un representante de lo público pueda mostrar su posición personal por encima de la constitución y no se reciba un correctivo desde el Estado, que atente contra la dignidad del ser humano y que no se haga nada, una reacción que no debe satanizar el representante, ni individualizar la situación, creo firmemente que la política y la justicia colombiana es muy inmadura y aún es inquisidora, dicha reacción debe ser para rechazar un acto en contra del Estado, que se repite día tras día, enmascarado tras el "perdón" y la "disculpa", mientras que los actos administrativos y gubernamentales de Colombia como un conjunto de naciones sigan teniendo una clara moral cristiano-católica y se muestre el cumplimiento de la constitución enmascarados en una ética que verdaderamente debe implicar la construcción de un Estado-social de derecho, seguiremos siendo un Estado inmaduro, aquel del sagrado corazón, el que todo lo perdona, el que todo lo olvida, el de los ciclos interminables de violencia y desigualdad, aquel que tuvo la fortuna de no sufrir los totalitarismos del cono sur, pero también aquel que no pudo madurar políticamente porque se acostumbró a los ciclos interminables, micro localizados de violencia en el denso universo de la conciencia social.
Si el Cono Sur o Europa por ejemplo, tienen Estados con personas preparadas para ser ciudadanos, es porque mediante una triste realidad maduraron como Estado desde la violencia totalitaria localizada, porque se rechazó la violencia como medio de gobierno, porque se convirtieron en guardianes de sus propios derechos y porque reclaman lo que les pertenece desde la diversidad pero en defensa de lo público alrededor de un circulo integrador que es el Estado, y no desde la diversidad infinita como la Colombiana enmarcada desde los espacios macro-fragmentadores, donde la lucha social se hace desde la individualización de las problemáticas y de las posiciones cerradas de interacción social; entender al otro no significa ponerse en los zapatos de él porque por sí mismo esto no significa una reflexión, esto también implica un accionar en el engranaje de los derechos ganados, si se interrumpe el mecanismo, los demás procesos no serán más que acciones viciadas, individualistas, en beneficio de unos pocos.
Aberrante es que un representante de lo público pueda mostrar su posición personal por encima de la constitución y no se reciba un correctivo desde el Estado, que atente contra la dignidad del ser humano y que no se haga nada, una reacción que no debe satanizar el representante, ni individualizar la situación, creo firmemente que la política y la justicia colombiana es muy inmadura y aún es inquisidora, dicha reacción debe ser para rechazar un acto en contra del Estado, que se repite día tras día, enmascarado tras el "perdón" y la "disculpa", mientras que los actos administrativos y gubernamentales de Colombia como un conjunto de naciones sigan teniendo una clara moral cristiano-católica y se muestre el cumplimiento de la constitución enmascarados en una ética que verdaderamente debe implicar la construcción de un Estado-social de derecho, seguiremos siendo un Estado inmaduro, aquel del sagrado corazón, el que todo lo perdona, el que todo lo olvida, el de los ciclos interminables de violencia y desigualdad, aquel que tuvo la fortuna de no sufrir los totalitarismos del cono sur, pero también aquel que no pudo madurar políticamente porque se acostumbró a los ciclos interminables, micro localizados de violencia en el denso universo de la conciencia social.
Si el Cono Sur o Europa por ejemplo, tienen Estados con personas preparadas para ser ciudadanos, es porque mediante una triste realidad maduraron como Estado desde la violencia totalitaria localizada, porque se rechazó la violencia como medio de gobierno, porque se convirtieron en guardianes de sus propios derechos y porque reclaman lo que les pertenece desde la diversidad pero en defensa de lo público alrededor de un circulo integrador que es el Estado, y no desde la diversidad infinita como la Colombiana enmarcada desde los espacios macro-fragmentadores, donde la lucha social se hace desde la individualización de las problemáticas y de las posiciones cerradas de interacción social; entender al otro no significa ponerse en los zapatos de él porque por sí mismo esto no significa una reflexión, esto también implica un accionar en el engranaje de los derechos ganados, si se interrumpe el mecanismo, los demás procesos no serán más que acciones viciadas, individualistas, en beneficio de unos pocos.
Por: DANIEL HURTADO
Licenciado en Historia de la Universidad del Valle
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